lunes, 6 de agosto de 2012

Espero que no


¿Cómo había empezado esto? No lo recordaba, necesitaba recostarse en un sillón y cavar en sus recuerdos para saber cómo había sido. Se le veía pensativo, irónico y triste, como todo un caballero de nuestra época: Sin memoria. Su mirada se dirigía hacía el horizonte y no sabía cómo empezaría a narrar su historia.

Le caía mal, lo recordaba. Le parecía un ser demasiado chocante para su gusto, pero coincidían en algo: Amigos en común. Se llevaban un año de diferencia en la universidad, y sin pensarlo una amistad fue creciendo entre ellos, había un joven que vivía acosando a esa chica, y acordaron entre ellos fingir que eran novios, estando solo en ese plan cuando el joven estuviera presente. Pero tarde o temprano eso traspasaría barreras, no sería necesario fingir nada.

16 de Septiembre, había puente y habían ido a recorrer una pequeña población barroca, le pidió que fuera su novia sin más y no le permitía pensarlo más de lo debido, y así fue como inició realmente todo.

Eran tan diferentes: Ella, tan realista, hacía mucho relajo, hablaba mucho, caía mal a medio mundo. Él: Tímido ante todos, amable, y simplemente nadie concebía que eso hubiese nacido, pocos lo aprobaban. Cuando los amigos de ambos, se enteraron que salían, todos tenían miedo de que pudiese hacerle daño a él, a este joven que probablemente fuera más cruel de lo que todos pensaban.

Pero el tiempo fue pasando y escribiendo sin más una historia que duraría un año, dos meses y 27 días. Era de esperarse, o eso creía. Al momento de estar juntos, pese a ser el tímido antes todos, los roles cambiaban cuando estaban a solas: él era el quién externaba lo que sentía. Llego al punto de sentirse frustrado, porque no podía hacerle hablar de que era lo que ella sentía. Al recordar eso, sus ojos mitigan un destello, puede que sea rabia, o amor puro, le dolía recordar que era él quién daba más en esa relación. Se sienta y sin más, rompe en llanto.


Recuerda claramente como pasaron el 14 de Febrero cuando eran novios, para ella fue algo casual, un día cualquiera, él quería sorprenderla y compró algunas cuántas cosas para regalarle
-       Y esto ¿A qué se debe?

¿Acaso no recordaba que era 14 de Febrero? Vaya, eso sí le molestaba, sabía cuando hacía algo adrede y también sabía que quizá no debería reaccionar mal y sin más le soltó:
-       Es que es quincena y quería gastar mi dinero, ya sabes.

Las cosas fueron tornándose difíciles, ella al parecer no quería verle, inventaba cualquier pretexto para no salir; decía que iba a hacer algo y hacía otra cosa, le pedía ayuda a sus amigas para que le dijeran a él que no se encontraba. Y él, ya no sabía qué pasaría.

Antes de cumplir el año, el enfermó, dicha enfermedad lo llevo a estar internado un par de días en el hospital, después de una urgente operación. Sus amigos iban a visitarle, su mamá estaba ahí todo el día y su novia, simplemente se divertía sin él. No podía recibir visitas por su delicado estado de salud, pero el día en el cuál él pudo ver a sus familiares y amigos, ella llegó con una actitud chocante y se presentó ante él, enojada, diciéndole que se le hacía injusto que todos hubiesen pasado antes que ella, y le externó que no quería estar allí. Es otra cosa que también le duele recordar, algunas lágrimas quieren nacer de sus ojos, gritan libertad, pero no, aún no
cede.

Se sienta pensativo, rebuscando entre sus recuerdos y continúa: No podía ir a verla, era obvio, estaba en reposo, y ella prometía muchas veces ir a verle por las noches, pero nunca llegó. El día que lo hizo, llegó extraña, le dijo que él se merecía alguien mejor, era el día de su aniversario y llegó con un barco que tenía fotos de ambos y un letrero de “¡Feliz aniversario!”, él pidió que compraran unas rosas para ella y un peluche y se los entregó, junto con otro pedacito de su corazón. Ya no sabía si se lo había dado todo, quién sabe.

Pasó un mes, y pudo ir de nuevo a la universidad. Las cosas habían tomado forma, aparentemente. Pero apareció alguien en la vida de él, una joven que simplemente se le ofrecía, con descaro. Él empezó a dejar de tener detalles con su novia, y al parecer ésta no lo notaba.

En la universidad donde ambos estudiaban, celebraban un cena de gala a fin de curso, donde hacían nominaciones para varias categorías, ellos quedaron en la categoría de “La pareja del año”, él no sabía si eso era una broma del destino o un capricho de la vida, pero con una sonrisa hipócrita subió, sin pensarlo, a recibir dicho premio. Intercambió una sonrisa de descaro con aquella joven que se le ofrecía, y por fin volteó a verla a ella, se veía hermosa y en esa noche ambos habían estado inmiscuido en sus asuntos, los rizos de aquella chica le cautivaban, sus ojos y sus palabras.

-       Un aplauso para estos jóvenes: Son la pareja del año ¿Qué se siente haber ganado esto?

¿Habían ganado? No lo podía creer, se destruía por dentro al saber que quizá ese premio no lo merecían, porque sabía que todo aquello se estaba desmoronando sin que pudiesen hacer nada. Le asaltan los recuerdos y la ve a ella, ante el micrófono agradeciendo por el premio y diciéndole a todos cuán detallista es él con ella, y también presumiéndoles a todos cuánto él la quiere, también ve cómo no puede proseguir con dicho discurso, porque un nudo en la garganta y unas cuántas lágrimas la asaltan, y eso le duele a él.

Aquella misma noche en que había ganado el premio, ella confesó que no podría estar el día de su graduación, le había prometido que estaría con él. Y ya no sabía si sorprenderse, porque no era la única vez en que ella rompía una promesa, y con ello también rompió sus sueños, sus esperas, y un poco de su corazón, con un poco más de palabras dicha por ambos, de la boca de él salió un “Hasta aquí dejamos todo” creyó que ella había entendido el mensaje y se marchó, tal vez no fuese así y tal vez ella no había escuchado que eso había llegado a su fin, pero eso lo supo él, días después.

La otra joven no le parecía atractiva, ni para algo serio ¿Qué hacía que siguiera viéndose con ella? Lo sabía, lo prohibido le resultaba tentador. Lo mejor de todo es que contaba con la ayuda de sus amigos para encubrirlo, pero quizá esa mentira cayera por su propio peso, y era lo que él no podría saber. Fue un lunes, ella le gritó unas cuantas cosas, lo bofeteo y él se dio cuenta que quizá ya la había perdido para siempre. No comprendía porque no lo había notado, porque se le había escapado todo de las manos, ella se había ido y con ella, mucha de sus ilusiones.

Él fue la víctima y ella se alejó cuál pez contra corriente en una red de mentiras, recuerda la última vez que salieron, ella le pidió que no le hablara, que no la buscara, y tras despedirse ese diciembre, sabía que todo se había ido al carajo, y se quedó ahí, sentado, viéndola partir.

Le escribió mensajes que nunca se enviaron ¿Por qué? Es obvio, el orgullo. También porque cada que intentaba hacer algo más, recordaba las palabras que ella misma había soltado con desprecio ante él “No me hables, no me busques” y así fue como perdió una estrella.

Suspira en aquél sofá, al recordar esto, un suspiro lleno de recuerdos, un suspiro cargado de dolor. Siguen llegando más imágenes a su mente, se sienta y pone las manos en su cabeza, como si le atormentase algo y se pone a llorar, porque recuerda que en semana santa de un año atrás, habían pasado unas vacaciones espectaculares, piensa lo feliz que fueron y llora, se le quiebra la voz al recordar su ausencia, se siente derrotado por haber caído tan bajo, por extrañarle, por no sentirla de nuevo entre sus brazos, los ojos rojos le impiden que continúe con esta historia, pero sin más, puedo decir que también a mi me duele.  

No es un caballero como los de antes, pero cada viernes le obsequiaba sus flores preferidas a ella, y un día, cuando habían pasado algunos meses después de la ruptura, le compró unas flores que regaló bajo el título de otro joven, fueron a comprar las flores como anteriormente lo hacía y le hizo prometer al chico que no le diría que iban de parte de él. Cuenta el joven que entregó las flores que la vio llorar y sonreír, le confeso que con esas flores ella había recordado viernes con alguien, y así vi caer a este caballero que no quería recordar esta historia, reconoce que no, no la puede sacar de sus pensamientos, pero no se atreve a preguntar por ella con nadie más. Ahora sabía detectar los días que iba a verla, cuando se acercaba por la zona donde ella vivía, tenía mucho miedo de verla con alguien más, por eso, por eso no quería encontrarle.

Y aquí es donde quedan los tres puntos suspensivos al aire, esperando que esos últimos besos dados, realmente no sean los últimos, suspira, voltea y tras preguntarle ¿Crees que sean los últimos? Contesta con una severa preocupación en su cara "Espero que no".

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