¿Cómo había empezado esto? No lo recordaba, necesitaba
recostarse en un sillón y cavar en sus recuerdos para saber cómo había sido. Se
le veía pensativo, irónico y triste, como todo un caballero de nuestra época:
Sin memoria. Su mirada se dirigía hacía el horizonte y no sabía cómo empezaría
a narrar su historia.
Le caía mal, lo recordaba. Le parecía un ser demasiado
chocante para su gusto, pero coincidían en algo: Amigos en común. Se llevaban
un año de diferencia en la universidad, y sin pensarlo una amistad fue
creciendo entre ellos, había un joven que vivía acosando a esa chica, y
acordaron entre ellos fingir que eran novios, estando solo en ese plan cuando
el joven estuviera presente. Pero tarde o temprano eso traspasaría barreras, no
sería necesario fingir nada.
16 de Septiembre, había puente y habían ido a recorrer
una pequeña población barroca, le pidió que fuera su novia sin más y no le
permitía pensarlo más de lo debido, y así fue como inició realmente todo.
Eran tan diferentes: Ella, tan realista, hacía mucho
relajo, hablaba mucho, caía mal a medio mundo. Él: Tímido ante todos, amable, y
simplemente nadie concebía que eso hubiese nacido, pocos lo aprobaban. Cuando
los amigos de ambos, se enteraron que salían, todos tenían miedo de que pudiese
hacerle daño a él, a este joven que probablemente fuera más cruel de lo que
todos pensaban.
Pero el tiempo fue pasando y escribiendo sin más una
historia que duraría un año, dos meses y 27 días. Era de esperarse, o eso
creía. Al momento de estar juntos, pese a ser el tímido antes todos, los roles
cambiaban cuando estaban a solas: él era el quién externaba lo que sentía.
Llego al punto de sentirse frustrado, porque no podía hacerle hablar de que era
lo que ella sentía. Al recordar eso, sus ojos mitigan un destello, puede que
sea rabia, o amor puro, le dolía recordar que era él quién daba más en esa
relación. Se sienta y sin más, rompe en llanto.
Recuerda claramente como pasaron el 14 de Febrero cuando eran novios, para ella fue algo casual, un día cualquiera, él quería sorprenderla y compró algunas cuántas cosas para regalarle
- Y esto ¿A qué se debe?
¿Acaso no recordaba que era 14 de Febrero? Vaya, eso sí le molestaba, sabía cuando hacía algo adrede y también sabía que quizá no debería reaccionar mal y sin más le soltó:
- Es que es quincena y quería gastar mi dinero, ya sabes.
Las cosas fueron tornándose difíciles, ella al parecer no
quería verle, inventaba cualquier pretexto para no salir; decía que iba a hacer
algo y hacía otra cosa, le pedía ayuda a sus amigas para que le dijeran a él
que no se encontraba. Y él, ya no sabía qué pasaría.
Antes de cumplir el año, el enfermó, dicha enfermedad lo
llevo a estar internado un par de días en el hospital, después de una urgente
operación. Sus amigos iban a visitarle, su mamá estaba ahí todo el día y su
novia, simplemente se divertía sin él. No podía recibir visitas por su delicado
estado de salud, pero el día en el cuál él pudo ver a sus familiares y amigos,
ella llegó con una actitud chocante y se presentó ante él, enojada, diciéndole
que se le hacía injusto que todos hubiesen pasado antes que ella, y le externó
que no quería estar allí. Es otra cosa que también le duele recordar, algunas
lágrimas quieren nacer de sus ojos, gritan libertad, pero no, aún no
cede.
Se sienta pensativo, rebuscando entre sus recuerdos y
continúa: No podía ir a verla, era obvio, estaba en reposo, y ella prometía
muchas veces ir a verle por las noches, pero nunca llegó. El día que lo hizo,
llegó extraña, le dijo que él se merecía alguien mejor, era el día de su
aniversario y llegó con un barco que tenía fotos de ambos y un letrero de
“¡Feliz aniversario!”, él pidió que compraran unas rosas para ella y un peluche
y se los entregó, junto con otro pedacito de su corazón. Ya no sabía si se lo
había dado todo, quién sabe.
Pasó un mes, y pudo ir de nuevo a la universidad. Las
cosas habían tomado forma, aparentemente. Pero apareció alguien en la vida de
él, una joven que simplemente se le ofrecía, con descaro. Él empezó a dejar de
tener detalles con su novia, y al parecer ésta no lo notaba.
En la universidad donde ambos estudiaban, celebraban un
cena de gala a fin de curso, donde hacían nominaciones para varias categorías,
ellos quedaron en la categoría de “La pareja del año”, él no sabía si eso era
una broma del destino o un capricho de la vida, pero con una sonrisa hipócrita
subió, sin pensarlo, a recibir dicho premio. Intercambió una sonrisa de descaro
con aquella joven que se le ofrecía, y por fin volteó a verla a ella, se veía
hermosa y en esa noche ambos habían estado inmiscuido en sus asuntos, los rizos
de aquella chica le cautivaban, sus ojos y sus palabras.
- Un aplauso para estos jóvenes: Son la pareja del año ¿Qué
se siente haber ganado esto?
¿Habían ganado? No lo podía creer, se destruía por dentro
al saber que quizá ese premio no lo merecían, porque sabía que todo aquello se
estaba desmoronando sin que pudiesen hacer nada. Le asaltan los recuerdos y la
ve a ella, ante el micrófono agradeciendo por el premio y diciéndole a todos
cuán detallista es él con ella, y también presumiéndoles a todos cuánto él la
quiere, también ve cómo no puede proseguir con dicho discurso, porque un nudo
en la garganta y unas cuántas lágrimas la asaltan, y eso le duele a él.
Aquella misma noche en que había ganado el premio, ella
confesó que no podría estar el día de su graduación, le había prometido que
estaría con él. Y ya no sabía si sorprenderse, porque no era la única vez en
que ella rompía una promesa, y con ello también rompió sus sueños, sus esperas,
y un poco de su corazón, con un poco más de palabras dicha por ambos, de la
boca de él salió un “Hasta aquí dejamos todo” creyó que ella había entendido el
mensaje y se marchó, tal vez no fuese así y tal vez ella no había escuchado que
eso había llegado a su fin, pero eso lo supo él, días después.
La otra joven no le parecía atractiva, ni para algo serio
¿Qué hacía que siguiera viéndose con ella? Lo sabía, lo prohibido le resultaba
tentador. Lo mejor de todo es que contaba con la ayuda de sus amigos para
encubrirlo, pero quizá esa mentira cayera por su propio peso, y era lo que él no
podría saber. Fue un lunes, ella le gritó unas cuantas cosas, lo bofeteo y él
se dio cuenta que quizá ya la había perdido para siempre. No comprendía porque
no lo había notado, porque se le había escapado todo de las manos, ella se
había ido y con ella, mucha de sus ilusiones.
Él fue la víctima y ella se alejó cuál pez contra
corriente en una red de mentiras, recuerda la última vez que salieron, ella le
pidió que no le hablara, que no la buscara, y tras despedirse ese diciembre,
sabía que todo se había ido al carajo, y se quedó ahí, sentado, viéndola
partir.
Le escribió mensajes que nunca se enviaron ¿Por qué? Es
obvio, el orgullo. También porque cada que intentaba hacer algo más, recordaba
las palabras que ella misma había soltado con desprecio ante él “No me hables,
no me busques” y así fue como perdió una estrella.
Suspira en aquél sofá, al recordar esto, un suspiro lleno de recuerdos, un suspiro cargado de dolor. Siguen llegando más imágenes a su mente, se sienta y pone las manos en su cabeza, como si le atormentase algo y se pone a llorar, porque recuerda que en semana santa de un año atrás, habían pasado unas vacaciones espectaculares, piensa lo feliz que fueron y llora, se le quiebra la voz al recordar su ausencia, se siente derrotado por haber caído tan bajo, por extrañarle, por no sentirla de nuevo entre sus brazos, los ojos rojos le impiden que continúe con esta historia, pero sin más, puedo decir que también a mi me duele.
No es un caballero como los de antes, pero cada viernes
le obsequiaba sus flores preferidas a ella, y un día, cuando habían pasado
algunos meses después de la ruptura, le compró unas flores que regaló bajo el
título de otro joven, fueron a comprar las flores como anteriormente lo hacía y
le hizo prometer al chico que no le diría que iban de parte de él. Cuenta
el joven que entregó las flores que la vio llorar y sonreír, le confeso que con
esas flores ella había recordado viernes con alguien, y así vi caer a este
caballero que no quería recordar esta historia, reconoce que no, no la puede
sacar de sus pensamientos, pero no se atreve a preguntar por ella con nadie
más. Ahora sabía detectar los días que iba a verla, cuando se acercaba por la
zona donde ella vivía, tenía mucho miedo de verla con alguien más, por eso, por
eso no quería encontrarle.
Y aquí es donde quedan los tres puntos suspensivos al
aire, esperando que esos últimos besos dados, realmente no sean los últimos,
suspira, voltea y tras preguntarle ¿Crees que sean los últimos? Contesta con
una severa preocupación en su cara "Espero que no".
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