jueves, 26 de julio de 2012

Ellos también morían de amor

Quizá se querían más de lo debido, pero estaban.

Se habían conocido tras muchos sombreros volando, y se habían encontrado justo cuando interceptaban una mariposa en pleno vuelo, sus ojos se chocaron y entendieron que habían nacido para estar el uno con el otro, no había más.

Jugaron un poco de mil formas, se sentaron en la hierba de aquél lugar para contemplar la luna y todas las amigas estrellas que contaban historias a través de sus constelaciones, estaban felices de estar ahí.

Pasaron los años y seguían frecuentándose, no como ahora con tanta tecnología, sino con la paciencia de alguien que ama, porque esperaban meses para la llegada de una tanda de cartas, en ella se escribían cuánto se extrañaban y necesitaban y tras tres años de espera decidieron que era hora de casarse.

Ella ahora tenía 20 años, era una completa locura. Quería ser periodista y no podía dejar todo a la ligera, por lo que decidió esperar dos años más para unir su vida con ese ser tan amado para ella, sin comprender que tal vez el tiempo no alcanzara para dichos planes.

Una tarde ella decidió ir a visitarle, recorrió miles de kilómetros para estar a su lado y encontrarlo en un lecho de muerte, el quería casarse con ella porque le quedaba muy poco tiempo de vida. Nadie sabía que enfermedad enfrentaba, ni bajo qué efectos tenía que estar para poder sufrir menos, pero ella contaría a todos sobre esa extraña enfermedad, la enfermedad de su amado.

No le importó sufrir un contagio, quería contagiarlo a él con la alegría y la esperanza que ella irradiaba, quería verlo morir feliz y tras pensarlo dos horas, decidió traer al juez de la ciudad para que los casara, si el moría quería despedirlo bien, con el mayor de sus anhelos, la consumación de su amor.

Para tragedia más grande, solo pudo firmar y sellar el acta de matrimonio y murió, pero ella se tornó fuerte, sabía que tenía que hacer algo por todos.

Todos le contaban sus versiones, de cómo empezaron las fiebres tras la espera de esas cartas, de cómo anhelaba ver llegar a su viejo cartero con un paquete de ellas, de cómo contaba acerca de ella, de su sonrisa, de su mirada y de sus besos, de cómo anhelaba tener tres lindas criaturas corriendo por su jardín, llamándole papá y atreverse a estar ahí, con ella.

Gracias a su investigación se descubrió algo que nadie sospechaba: Ellos también morían de amor.

1 comentario:

  1. :O Cuentos de 13 años, muy buenos, me recuerda a Como agua para chocolate.

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